El otro día terminé de leerme «Estudio en Escarlata» la primera obra que compone el «Canon Holmesiano«, publicado por Arthur Conan Doyle en el ya lejano 1887. Siendo la primera novela asistimos a la presentación de los personajes; narrada por el archiconocido Dr. Watson en primera persona, sus peripecias como médico militar en Afganistán; deambulando por Londres sin mucho dinero en el bolsillo a través de un conocido conoce a Sherlock Holmes, un hombre difícil de definir pero con unas dotes de observación enormes y una curiosidad infinita, por los temas que le interesan; lo que lo hace muy hábil a la hora de resolver crímenes. Este primer caso es una solicitud de la policía para que colaborasen con ellos; en resolver un crimen en el que un cadáver ha parecido en una sala cerrada aparentemente sin signos de violencia. El relato cambia a los Estados Unidos, donde unos expedicionarios están al borde de la muerte cuando son salvados por una caravana de mormones; con la condición de que adopten sus creencias. Una vez establecidos en Salt Lake City, el hombre prospera y adopta a la joven que se convierte en una atractiva chica, secuestrada por los mormones para un matrimonio a la fuerza, cuyo novio jura venganza eterna. Y de nuevo volvemos a Londres, donde casi misteriosamente Sherlock hace venir al culpable a su casa para prenderlo y resolver el crimen. ¿Qué puede decirse de un clásico de la literatura moderna que no se haya dicho? Muchas son las líneas escritas y las películas filmadas sobre estos personajes. Todo un clásico de la literatura para echar un buen rato de lectura.